domingo, 9 de noviembre de 2008

El Tomismo, Santo Tomás de Aquino.

Bibliografía
-Spiegel W. Henry, El desarrollo del pensamiento económico. Historia del pensamiento económico desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días. (Capitulo 3: El pensamiento económico medieval, la práctica de la caridad y la evitación del pecado).
-García de Cortázar, J.A. y Sesma Muñoz, J.A. Historia de la Edad Media, Una síntesis interpretativa.
-Magee, B. Histoire illustrée de la philosophie.
-Arroyo Fernández, M. Diccionario de pensamiento o ismos.
-Runes D. Diccionario de filosofía.
-Ferrater Mora, J. Diccionario de filosofía.

La Escolástica y su evolución
La Escolástica es una amplia etapa de pensamiento cristiano que se desarrolló, después de la patrística, entre los siglos VIII y XIV. En el periodo de la patrística se habían ido fijando los dogmas del cristianismo, que fueron considerados como verdades indiscutibles. De los padres de la Iglesia el más notable e influyente fue San Agustín (354-430). San Agustín, a caballo entre dos mundos: la caída del imperio Romano y el inicio de la Edad mMedia, acabó por convertirse al cristianismo pero conservando las influencias de la rica cultura grecorromana, que buscará acomodar al pensamiento cristiano. En esta época, era muy poco el crédito que la Iglesia otorgaba a la Razón y a la ciencia, pues a los fieles se les inculcaba la idea de que únicamente la fe ciega en los dogmas era la vía adecuada para acceder a la verdad y a Dios. Precisamente por ello, o como consecuencia de ello, los filósofos de este primer periodo buscan justificar los dogmas del cristianismo.
Sin embargo, paralelamente a la evolución de la escolástica, el valor que se le otorgaba a la razón como instrumento para comprender el mundo fue ganando terreno. Este largo proceso desembocaría en la escisión entre fe y razón, es decir entre religión y ciencia, en la época final del escolasticismo.

El Renacimiento Carolingio es la primera fase de la Escolástica y una de las figuras más destacadas fue el irlandés Juan Escoto Erígena del siglo IX, que consideraba que la razón era un instrumento crítico perfectamente válido para dilucidar hasta que punto los dogmas son o no válidos. Después de Escoto se produjo un paréntesis de casi total oscuridad durante todo el siglo X. En el siglo XI comenzó a observarse un cierto renacer de la filosofía escolástica. Algunos, como Pedro Damián o San Bernardo de Claraval sentían predilección por los intereses místicos. Pero consideraban que la fe en Dios era el único modo de alcanzar la verdad.
A lo largo del siglo XIII se produce un progresivo aumento del interés social por el conocimiento, se produce la consolidación de la filosofía. En este sentido, hay que destacar el decisivo papel adoptado por las universidades en la elaboración del pensamiento, concretamente las de París y Oxford. Además los frailes mendicantes, franciscanos y dominicos tienen un papel activo en las cátedras universitarias de teología, y los clérigos seculares tratan de dominar las de las Artes. De tal forma que progresivamente las corrientes de pensamiento se van definiendo permitiéndonos hablar de escuelas. Pero será la entrada en occidente de varias obras de Aristóteles lo que dará un giro radical al escolasticismo. San Alberto Magno (1193-1280) fue uno de los escolásticos que en mayor medida facilitó este cambio debido a su esfuerzo por dar a conocer las ideas de Aristóteles y de otros autores árabes y judíos.
En París, la capital cultural del momento, surgieron 2 escuelas aristotélicas: El averroísmo y el Tomismo, que a pesar de sus divergencias manifestaron un interés creciente por el uso de la razón como medio para acceder a la verdad.
El Tomismo (sobre el que hablaremos más profundamente a continuación), aunque es cierto que en un principio suscitó la oposición de otras facciones de la iglesia, especialmente la de los franciscanos, se extendió con cierta rapidez desde París a los demás países de Europa, y prevaleció claramente sobre el aristotelismo averroísta. De tal manera, que a la larga las aportaciones de Santo Tomás llegaron a convertirse en verdaderos dogmas de la Iglesia.
El Averroísmo, por su parte, esta inspirado en filósofo árabe Averroes (1126 – 1198). Su idea más revolucionaria era la diferencia tajante que trazaba entre la fe religiosa y la razón, y la mayor importancia que le daba a esta última. Para Averroes tanto la fe como la razón tienen su razón de ser: La fe en los dogmas está bien para el pueblo, pero no para el filósofo. El pueblo es inculto , y necesita que se le inculque una fe ciega y poco crítica, para que acate los dogmas sin discutirlos. La razón, sin embargo, es patrimonio de la minoría culta que se dedica a la investigación científica. La misión del filósofo y del científico es llegar a la verdad. Por eso el sabio debe contar con la libertad suficiente para ejercitar su razón, y para interpretar a su modo los dogmas. Esta idea de que la razón es superior a la fe fue considerada sumamente peligrosa por la religión islámica y por el cristianismo.
En oposición a ellas se desarrollaron otras corrientes, integradas principalmente por franciscanos, que consideraban conveniente una vuelta a San Agustín. De este modo, se oponían a una separación entre religión y filosofía, valoraban la fe sobre la razón y tenían con frecuencia inclinaciones místicas. Entre ellos podemos citar a San Buenaventura (1221-1274) y al inglés Roger Bacon (aprox. 1214-1294),que fue uno de los precedentes del empirismo inglés.
Por último debemos nombrar las dos escuelas teológicas que cerrarán la escolástica: el Escotismo y el Ockamismo. El Escotismo es una corriente formada por los seguidores del escocés Duns Escoto (1270-1308), que será uno de los más destacados opositores del tomismo. En efecto, el escotismo se caracteriza por su dura crítica, basada en la inconsecuencia de los argumentos filosóficos de Santo Tomás. Escoto defenderá que las verdades teológicas son cuestión sólo de fe, y que por lo tanto no tiene objeto intentar demostrar su validez utilizando argumentos basados en la razón. El Ockamismo proviene del inglés Guillermo de Ockam (aprox. 1298-1349) fue una escuela formada por franciscanos. Ockam y sus seguidores criticaban la escandalosa riqueza en que vivía la jerarquía eclesiástica y defendían la pobrez. Consideraban además necesario establecer una separación entre poder laico y poder religioso. Además Ockam aportó una importante idea que sería recogida por el empirismo inglés: no debemos multiplicar los entes más allá de lo necesario, y por tanto tenemos que desechar todo concepto cuya existencia no este avalada por la realidad tal y como la percibimos a través de lo sentidos.


Tomismo y Santo Tomás de Aquino
El Tomismo es una escuela de teología medieval que junto con el averroísmo, introduce varias obras de Aristóteles, hasta entonces desconocidas, concretamente las de Metafísica y las de Física.
Santo Tomás de Aquino, el fundador de esta escuela, procede de una familia noble de la región de Nápoles. Estudiaría en el monasterio de Monte Casino, y tras ingresar en la orden dominica, lo haría en París y Colonia, donde será discípulo de Alberto Magno. Podemos destacar tres grandes obras de Santo Tomás que son: Comentarios a las Sentencias de Pedro Lombardo; Summa contra gentiles y Summa theologica (que está inacabada). El conjunto de sus obras configuro lo que se ha llamado el aristotelismo cristiano.
Santo Tomás se alarmó al ver la aceptación que tenían los comentarios de Averroes sobre Aristóteles, pues hacían peligrar la credibilidad de la ortodoxia religiosa al elevar el valor de la razón sobre el de la fe. Para contrarrestar el averroísmo, Santo Tomás acude a las traducciones directas de las obras de Aristóteles e intenta hacerlas compatibles con el cristianismo.
La Iglesia intentó frenar la difusión del pensamiento aristotélico, ya que se le daba mucha importancia al conocimiento empírico, lo que podía llegar a despreciar le fe en los dogmas religiosos, ya que la verdad de estos últimos, no podía demostrarse científicamente. Santo Tomás decide conciliar fe y razón. Considera que la razón es válida porque mediante ella se aprende lo universal, pues cuando captamos los fenómenos a través de los sentidos, y luego utilizamos nuestro intelecto para descubrir las leyes generales que rigen esos fenómenos, estamos accediendo a una verdad de origen divino. Pero la fe es también un modo adecuado para acceder a esa verdad que reflejan los dogmas religiosos. Para santo Tomás fe y razón remiten a una misma verdad. De tal modo que leyendo la Biblia o empleando nuestra propia razón podemos averiguar cual es el modo moralmente correcto de actuar.
Adentrándonos en los aspectos económicos del Tomismo y de Santo Tomás haremos referencia a dos temas claves: el Precio Justo y al Cobro de Interés.

a) El Justo Precio
Las leyes romanas clásicas habían sostenido la libertad de contrato y regateo y habían impuesto pocas o ninguna restricción a los precios ajustados en el trato. El concepto de “Laesio enormis”, es decir violación excesiva, sólo se aplicaba en algunas escasas excepciones. Pero a lo largo de la Edad Media la “Laesio enormis” se extendió ampliamente y así se hizo posible llevar ante los tribunales y poner en duda la validez de una transacción en la que el comprador hubiera tenido que pagar más del 50% de sobrecargo sobre el precio justo o en la que el vendedor hubiera percibido menos de la mitad de dicho precio.
Los argumentos de Santo Tomás sobre del justo precio se pueden encontrar en su obra la Summa, bajo el título: “¿Puede un hombre vender lícitamente una cosa por más de su valor?”. Para Santo Tomás el valor de una cosa es su justo precio y si el precio de venta se desvía de él debe procederse a la restitución de la diferencia al comprador o al vendedor, según el caso.
En cualquier caso Tomás de Aquino no especifica cuál es el valor o justo precio de una cosa. Santo Tomás considera que nadie desea adquirir una mercancía a precio excesivo, nadie deberá intentar venderla por más de lo que vale. Además indica que los cambios deben hacerse en forma que sean ventajosos tanto para el comprador como para el vendedor, ya que el contrato entre ambos debe estar basado en la igualdad de las cosas, en esta idea vemos la influencia de las obras, más concretamente de la Ética y la Política, de Aristóteles.

b) El interés y el dinero
En época romana se permitía el cobro de interés, pero con la caída del Imperio y el inicio de la Edad Media, más concretamente con la aplicación del pensamiento filosófico de la Patrística, éste se prohibió, siendo igualado con la usura, es decir, que será considerado un pecado de avaricia o de falta de caridad, y así se mantendrá durante varios siglos. En efecto, varios Concilios, como el de Nicea o el de Letrán, Carlomagno e incluso Santo Tomás prohibirán y condenarán claramente el cobro de intereses.
Santo Tomás en su obra Summa expone una serie de argumentos que justifican su oposición al cobro de intereses. Para ello, distingue entre bienes no consumibles y bienes consumibles. Entre los primeros tenemos grandes propiedades como un terreno agrícola o una casa, que al arrendarse rinden un beneficio. En el caso de los segundos nos enfrentamos a productos perecederos como alimentos (vino, grano, etc.) que lo único que puede hacerse con ellos es consumirlos. Para Santo Tomás el arrendante de una casa puede recibir lo arrendado más una renta, pero aquel que presta una mercancía perecedera no puede recibir más de lo prestado porque está pidiendo más de lo que el producto puede dar.
El aumento y subida de precios, el cambio del valor del dinero, fue un tema bastante controvertido en esta época. Hay que recordar que para Aristóteles el dinero servía como instrumento de cambio, esa era su función. Por ello aquel que prestaba dinero no podía exigir más de la cantidad prestada. Sin embargo, era difícil comprender y aceptar que el paso del tiempo incidiera en el valor de un objeto y del propio dinero.


Un personaje en la transición entre Edad Media y Edad Moderna: Nicolás de Oresme.
Nicolás de Oresme estudió teología en París, fue un gran maestro del Colegio de Navarra, de la universidad de Paris. En 1377 será nombrado obispo de Lisieux. Pero sin duda lo más destacado de este personaje es la amplitud de sus horizontes intelectuales, en efecto, se interesó por la filosofía, la física, las matemáticas, la astronomía, la astrología y la economía. Se encuentra en diversos aspectos a caballo entre el ocaso del mundo medieval y el inicio de una época de cambios con el Renacimiento y el humanismo. Así pues muchos de sus pensamientos e ideas son preludios y antecedentes de lo que marcará la edad Moderna. A nivel económico hay que destacar su tratado sobre las monedas, titulado: Traicté de la première invention des monnaies, que es uno de los primeros de la Edad Moderna.

1 comentario:

David Alonso dijo...

Muy bien, Nathalie. Buena entrada.