jueves, 8 de enero de 2009

Es preciso señalar cómo fueron esos cambios revolucionarios durante la Revolución Agrícola en las Islas Británicas como el cercamiento de tierras cuyas ventajas y desventajas no eran para nada nuevas y precisamente en el siglo XVI creó cierto malestar social asociado al temor propio de la época a los cambios. Sin embargo en East Anglia esas grandes innovaciones se habían venido desarrollando desde la Edad Media, en esta área precisamente desde los años sesenta del siglo XVII hasta 1720 el cultivo de nabos y tréboles creció de un 1,6 a un 52,7%; y para mediados del siglo XVIII el sistema Norfolk estaba ampliamente extendido por Inglaterra. La continuidad del cambio también se puede enfatizar en áreas como Aberdeenshire donde las innovaciones introducidas en el siglo XVIII respecto a la propiedad de la tierra ya habían sido probadas en el siglo XVII como la reducción de los múltiples arrendamientos o la conmutación de rentas en especie. Sin embargo otras áreas de las Islas Británicas permanecieron atrasadas con una pequeña evolución técnica incluso a lo largo del siglo XVIII como Cornualles que hasta los años 80 del siglo XVIII tenía una agricultura estancada a pesar de haber tenido tempranamente un importante cultivo de patatas o North Yorkshire donde el terreno pantanoso dificultaba la puesta en práctica de las nuevas técnicas agrícolas a pesar de los esfuerzos de Arthur Young. La desaparición del cultivo extensivo no será hasta la segunda oleada de cercamiento de tierras entre 1793 y 1815. La agricultura especializada hasta los años 60 del siglo XVIII no estuvo acorde con los mercados nacionales pero sí con los locales, además el cambio casi radical de la fisonomía del cultivo y todos sus anexos no estaba al alcance de todos los granjeros, menos los pequeños que carecían de capital o voluntad para realizarle. Otra importante rémora para la introducción de novedades era el analfabetismo. Hasta mediados del siglo XVIII las innovaciones agrícolas tuvieron un limitado impacto. Esta agricultura desarrollada sin embargo no estuvo acorde con el crecimiento demográfico a principios del siglo XIX y por ello el Reino Unido tenía que buscar esa demanda de alimentos en Europa continental y no será hasta el desarrollo de la refrigeración, el barco a vapor y las latas cuando empiece a buscarlos en Norteamérica, Argentina, Australia y Nueva Zelanda.
También es importante señalar que en Escocia aparecieron figuras que defendieron el cultivo de plantas forrajeras como William Cullen, sir Archibald Grant de Monymusk y Alexander Murray y que las áreas con mayor desarrollo agrícola fueron las Highlands debido a que tras el fin de las Revueltas Jacobinas protagonizadas por Bonnie Prince Charlie en los años 40 del siglo XVIII el régimen de los clanes se recompuso y sus campesinos arrendatarios fueron trasladados a la costa para dedicarse al cultivo de pequeñas granjas, la pesca o recogiendo algas para ser utilizadas como fertilizantes, por lo que las tierras de las Highlands pasaron a ser áreas dedicadas al ganado ovino. En Irlanda durante el siglo XVIII la tradicional ganadería se desarrolló más exportando carne y mantequilla a Gran Bretaña y sus colonias procedente de explotaciones pertenecientes a una minoría protestante; mas el producto de exportación irlandés más valioso por entonces eran los tejidos de lino producidos en su mayoría en Ulster por "campesinos tejedores". En Irlanda predominaban las pequeñas propiedades arrendadas en las que se desarrolló enormemente el cultivo de patatas como regeneradoras del suelo y como alimento lo cual disminuyó el riesgo de hambrunas hasta el siglo XIX. No hemos de olvidar que el desarrollo de la agricultura forma parte de un complejo sistema interactivo de impulsos internos y externos.
Extracto del tema La Revolución Agrícola de Jeremy Black de la Universidad de Exeter en:
-VV.AA.: "The Penguin Illustrated History of Britain and Ireland. From earliest times to the present day". Italia, Penguin, 2ª edición, 2004; 320 páginas.

1 comentario:

David Alonso dijo...

Buena entrada, Daniel. J. Black es un magnífico historiador, en especial sobre el siglo XVII.